viernes, 1 de enero de 2016

El hombre moderno

El hombre moderno está irremediablemente muerto aunque él todavía no lo sabe; él es el hombre que no hace nada que llamé la atención, si no está antes escrito en las normas de conducta de este nuevo paradigma de vida, mientras tanto no hace si no cumplir su obligación, pero no como persona sino como ciudadano (algo que se jacta de ser)  . Se regodea en ello y a veces lo hace resaltar, en ocasiones -las más- cuando más le convendría callarse. Rinde homenaje a las opiniones y concepciones más modernas y absurdas sin entrar siquiera a valorarlas pero, sin embargo, no encuentra ninguna aplicación para las grandes ideas que iluminaron a los grandes hombres;  todo lo que salga de esos cánones le resulta, en cierto sentido, intranquilizador.

No es que no quiera serlo o dejar de serlo, no; esto pertenece incluso a su mediocridad y falta de color. Es moderno como los demás, ni más pero tampoco menos , pues no tiene suficiente valor para no querer serlo.  Consciente y gustosamente se mantiene alejado de todo cuánto él cree que el mundo extrañaría.

El hombre moderno ama solamente lo que puede ver ,y siempre que tenga relación con él mismo, ya que ,aunque no lo sepa, no le está permitido soñar. Soñar, pensar, creer, amar, reír,  orar,  son cosas de locos, de fanáticos que no aprecian el consenso y la moderación de sus valores democráticos. .. eso del resto que sueña, que no es posible situar en ninguna columna, que mantiene despierta la idea de algún misterio inalcanzable, inabarcable para su reducido cerebro; la opresiva idea de algo que se escapa a su comprensión, a sus posibilidades, es el resto del sueño que se burla de su sistema de valores, si, burlón que baila delante de los ojos del mundo como si quisiera provocar a éste  y explicarle o más bien molestarle , ese sueño, él no puede soportarlo y por ello lo desprecia.

Del hombre moderno tampoco se puede esperar demasiada compresión hacia el prójimo -aunque irónicamente se jacte de ello- por que no sabe amar. Aquel que se deja ordenar -fuera de su paradigma- bien por su fe, bien por su vida, es considerado culpable del mayor de los crimenes y rechazado rotundamente.

Él ha perdido la virtud cristiana de comprender el hecho de que con cada hombre se presenta ante nosotros un prójimo y por ello un problema irreductible. ..él  lo ignora y, por lo tanto, carece de comprensión y capacidad de amar a su semejante, por mucho que se introduzca en determinados movimientos  y corrientes de opinión para limpiar su conciencia.

Tampoco es capaz de perdonar; perdonar puedes sólo aquel cuyo corazón es grande y está saturado de amor... aunque sufra, aunque llore , aunque sangre, aunque  rebuzne barbaridades... porque al hombre moderno le falta lo uno y lo otro;  con facilidad juzga duramente y cree que con ello ayuda a la justicia asegurar eso que tanto ama ... sus derechos.

El hombre moderno está muerto, pero eso es algo que, todavía,  no sabe.

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